La travesía de la posadeña en suelo africano se inició en 2022. Asiste diariamente a más de 100 niños con diferentes discapacidades y en situación de vulnerabilidad. Proyecta la plantación de una iglesia que cuenta con más de 30 mujeres. El sincretismo religioso es uno de los principales desafíos en la región. Atributos de la cultura local, testimonios y experiencias divinas, fecha de regreso, planes a futuro y más.
Por Isaías Esquenazi
Valeria Silvero es posadeña, tiene 42 años y es psicopedagoga de profesión. En el 2005 conoció a Cristo y decidió rendirle su vida por completo. Un año más tarde, recibió un llamado particular a las naciones: África. Y tuvieron que pasar 15 años de preparación, oración y un sinfín de experiencias, hasta arribar a Mozambique en 2022.
El país se encuentra a poco más de 9.000 kilómetros en línea recta de Posadas. Ubicado en el lado este del continente africano, cuenta con hermosas costas bañadas por las aguas del Océano Índico. Es una de las naciones más pobre del mundo y el presupuesto nacional depende en gran medida de la ayuda de otros países.
Hoy en día, Valeria ya lleva más de dos años y medio en el país africano. Allí forma parte de un equipo de trabajo conformado por cinco misioneros, siendo ella la única persona latina del grupo. Entre otras tareas, participa de un programa de nutrición y cuidados básicos de niños en situación de vulnerabilidad. A su vez, dedica su tiempo a discipular mujeres con el objetivo de expandir el reino de Dios y así lograr plantar una iglesia en la zona.
Cada sueño de Dios necesita de voluntarios y personas dispuestas a ser protagonistas para que se cumpla. En muchas partes del planeta se lleva a cabo la gran y principal premisa de Mateo 16:15 de “Ir por todo el mundo y predicar el evangelio a toda criatura”. Y a través de la vida de Valeria, los deseos del Padre se concretan una y otra vez.
“Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y lleguen a conocer la verdad.” 1 Timoteo 2:3-4
A continuación, la entrevista completa a Valeria Silvero desde Mozambique:
¿Dónde te encontrás específicamente y cómo es el clima en la zona?
Yo me encuentro en el barrio de Mazzundza, que integra el distrito de Gondola y está dentro de la provincia de Manica. La diferencia horaria con Argentina es de 5 horas más para nosotros.
Aquí ya estamos en verano y hace mucho calor con temperaturas de 37 grados aproximadamente. Es parecido a Misiones por ser una zona rural y con mucha vegetación y lluvia. Me refiero a la zona centro oeste del país. Yendo más al norte, es más seco y mucho más caluroso.

El día termina muy rápido, porque cerca de las cinco o seis de la tarde ya oscurece.
¿Qué destacás de la cultura mozambicana?
Ellos viven mucho el concepto de comunidad. Todo es comunitario, llama mucho la atención para quienes tienen un poquito más de barreras personales o de distancia. Acá todos saben todo y es todo juntos.

Como cosas positivas podría destacar la resiliencia. La cultura sufre un montón pero aprende a ponerse de pie a como dé lugar. Tienen una fortaleza interna increíble que cualquier otra persona en la misma situación no aguantaría. Son súper amigables, hospitalarios y tienen una alegría innata y un don de adoración increíble.


También me gustaría mencionar la honra. A sus padres, al pueblo, al prójimo y a la autoridad. Lo admiro muchísimo y es interesante cómo lo practican. Es una cultura hermosa y que siempre está abierta a escucharte.
Una vez les dije: “Dios le dio a Mozambique algo especial para la adoración y tienen que usarlo, porque el enemigo intentará robarles ese gozo”.
¿Y cuáles son las mayores necesidades?
En primer lugar, al ser un país subdesarrollado, la sociedad vive de una manera rudimentaria en muchos aspectos. Por ejemplo, el agua se obtiene de un pozo y se depende constantemente de lo que la tierra pueda ofrecer o no.
La pobreza es algo marcado. Los jóvenes, por ejemplo, se esfuerzan mucho por ir a la escuela y hacer un estudio superior llamado “formación”. Les sale muy caro y es casi imposible para la mayoría. Aún los que logran estudiar, la corrupción les obliga a “coimear” para alcanzar un puesto en un trabajo digno. Como consecuencia, se terminan casando a corta edad, tienen hijos y se mantienen en un nivel económico bajo por generaciones.
En el lado espiritual, el mayor problema es la confusión religiosa. El sincretismo es muy fuerte, y la gente mezcla literalmente todo. Los musulmanes no son verdaderamente musulmanes, los católicos no son verdaderamente católicos y ni los evangélicos son verdaderamente evangélicos. La cultura atraviesa todo sin importar la religión.
Hay algunas tendencias, especialmente en zonas rurales, que se vinculan con el legalismo o con las prácticas ancestrales espiritistas. Los pastores no cuentan con una formación adecuada en la Palabra de Dios, por lo que las congregaciones son permeables a todo tipo de creencias erróneas.
¿Cuál es el servicio que allí realizas?
Estoy trabajando con una organización que se llama iReachAfrica.
Al llegar me inserté en un programa nutricional y de cuidados básicos de la salud que ya estaba en funcionamiento, que se dedica a proveer alimentos y leche a niños pequeños en situación de vulnerabilidad, orfandad o que tienen a sus madres muy enfermas. A partir de ello, nació en septiembre de 2022 el programa de Sala de Juegos y Estimulación para Niños con Discapacidad.

El primer día que llegué, hicimos un tour por todo el lugar, y había una habitación grande dentro de la base que era como un salón que no tenía uso.
Cuando entramos a ver ese espacio, el Espíritu Santo me habló y me dijo: “Este lugar va a ser utilizado para predicar la Palabra”. Yo no sabía ni entendía nada. Y bueno, fue increíble… porque en ese salón comenzó a funcionar nuestra sala de juegos.
¿De qué trata el programa?
El programa tiene dos grandes objetivos. Primero, ofrecer a los niños la posibilidad de estimular las funciones cognitivas, el lenguaje y el desarrollo motriz. No se trata de fisioterapia o terapia ocupacional, sino más bien terapia a través del juego. Y a su vez, enseñar a los padres y ayudarlos a continuar con el cuidado de los niños en sus hogares. Esto ocurre cada vez que los mayores entran a la sala a recoger los alimentos.



La mayoría de niños tienen problemas para dormir, de deglución y digestivos. No pueden incorporar la cantidad de alimentos necesarios para alcanzar un peso normal, por ello trabajamos con el programa de ayuda nutricional.
En la sala de juegos tenemos una hora con diferentes tipos de actividades y un devocional de 15-20 minutos sobre alguna historia bíblica, que también se comparte con los tutores. De esta manera, las madres reciben una palabra de parte de Dios y tienen un momento feliz con sus niños. Funciona de febrero a noviembre, tres veces por semana de 8 a 12 horas, con niños de 4 meses hasta 15 años de edad.


Este año comenzamos con sesenta y tres niños distribuidos en tres grupos: los de estimulación temprana de 0 a 3 años, los de discapacidad pero de alto rendimiento y los de mayor compromiso en el área cognitiva/motriz. Hoy en día tenemos ciento diecisiete niños inscriptos en el programa. La escuela de Mozambique no cuenta con los recursos y no es inclusiva, por lo que este espacio cumple la función de contención, aprendizaje, desarrollo y crecimiento.
Pero lo más impactante de todo, es lo que Dios hace a través de su Palabra. Este año hicimos un evento en conjunto para celebrar la vida de cada infante. Compramos remeras para cada uno de ellos que llevaba inscrito nuestro lema de trabajo, que es el Salmo 139:14: “¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas y esto lo sé muy bien!”.
Las madres se emocionaron al ocupar estas prendas y participar del único lugar de pertenencia que tienen sus hijos. Cabe destacar que muchas de ellas vivieron situaciones de rechazo o abandono de sus parejas, por las mismas dificultades de salud o por creencias en teorías de brujería o curanderismo.

¿Hay algún testimonio en todo este tiempo trabajando en la sala?
Sí. Tenemos un papá que viene con su hijita que tiene parálisis cerebral. Él nos pide regularmente los papeles con versículos que ocupamos durante las enseñanzas bíblicas. Y un día nos confesó: “Lo que yo aprendo acá, lo acostumbro ir a predicar en mi iglesia”. Eso nos impactó.
Y otro es que fuimos a visitar otra ciudad con el objetivo de apoyar y abrir allí otra sala de juegos. Nos encontramos con dos mamás que trabajan en el lugar y que compartían testimonios de lo que Dios hacía en la vida de los niños de la zona. En pocas palabras, animaban a otras madres con mensajes como: “Tenés que tener fe, tenés que orar porque Dios hizo esto en la vida de mi hijo o aquel chico…”.

Con esto nos dimos cuenta que Dios utiliza la sala de juegos para llegar a los padres. Dios les muestra que tiene cuidado de ellos y que junto con sus hijos, poseen un valor especial para Él.
¿Y algunas dificultades o desafíos que se te presentaron?
Lo principal fue entender la cultura. Al tener una cosmovisión tan diferente, te lleva mucho tiempo descifrarla. Nunca terminas de aprender, siempre hay algo nuevo. Requiere mucha humildad, paciencia y confiar en lo que Dios está haciendo. A veces, en esta situación, uno puede llegar a pensar que nunca es suficiente, pero es ahí donde debe confiar en Dios y saber que Él se glorifica en lo que uno no sabe, no entiende o no puede hacerlo.
Y quizás también manejar la frustración de “¿Por qué estás creyendo eso?”, porque hay muchos argumentos arraigados que están en contra de la Palabra de Dios. Son tan fuertes las mentiras que el Diablo plantó a través de la cultura para destruir, y eso te pone mal y a la vez implica confiar en Dios. Una de esas creencias y costumbres es la poligamia. Acá es súper normal y la mujer lo acepta.
¿Y qué hay de las iglesias en este contexto? ¿Cómo llevas a cabo tu tarea de plantación?
Como mencioné anteriormente, una de las principales carencias que tienen las iglesias en Mozambique es el conocimiento de la Palabra. Cuanto más rural es la iglesia, menos recursos, menos biblias y más falsas doctrinas hay. Están como ovejas sin pastor, esa es la realidad, hay disposición pero falta quien los guíe y acompañe.
Nuestro trabajo respecto a la plantación de iglesias comenzó de cero en zona de aldeas, ya que la mayoría de personas viven en el campo y tienen sus chacras. Contamos con tres grupos pequeños que se realizan en las casas, con un total de 33 mujeres que participan regularmente de los encuentros. En términos generales, las mujeres son más voluntariosas y comprometidas, pero Dios está obrando y trayendo de a poco a los hombres también.
Acá todo es diferente en comparación a la iglesia de Argentina, que dicho sea de paso extraño mucho. El estilo, las formas y el idioma cambia. Al principio fue duro, pero después ya te vas acostumbrando. Tienen un hermoso don de alabanza y dedican toda su vida a ensayar el canto y el baile. Pero para ellos el discipulado es ir el domingo a la iglesia y escuchar la prédica. Dios nos dio gracia y nos fue ayudando con esto.


Estamos orando por un nuevo terreno. Queremos salir de la base porque en un futuro la iglesia tiene que funcionar bajo la denominación de Asambleas de Dios. Estamos en ese proceso, hay varias personas involucradas averiguando y buscando alguna superficie que podamos adquirir.
Y por último, ¿Qué representa esta experiencia en tu vida? y ¿Qué planes hay para futuro?
Es la primera vez que vengo de misionera, y sinceramente, estoy viendo promesas del Señor cumplirse en este tiempo. Todo lo que pasó en mi vida a lo largo de los años, entiendo que me preparó para lo que estoy haciendo en este lugar. La experiencia pastoral que tuve, mi trabajo como psicopedagoga y otras cosas que hice con mi profesión. Todo formó parte de una combinación interesante que Dios anteriormente me permitió vivir, y que hoy ayuda a la adaptación y desenvolvimiento.
No tengo un tiempo para volver porque siento que hay mucho trabajo por hacer. Pero sí puedo decirte que mi corazón está en las naciones. Me encanta estar en la zona rural, caminar por los trillos e ir hasta la última casita.
Siento que Dios me creó para esto, por eso lo vivo con mucha alegría, gozo y plenitud. Mi pasión es llevar el evangelio de Jesucristo donde no haya sido oído. Amo pastorear gente y ayudar a otros a levantarse y crecer.
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