“Cristo vino a servirnos, a solucionar el pecado y a morir y resucitar para darnos eternidad con él”

¿Para qué nació Jesús? ¿Para qué vino a la tierra? Es la gran pregunta que muchos se hacen. En la última prédica antes de la Navidad, el pastor Zebadías explicó que Jesucristo nació “porque vino a cumplir un ministerio, el de servir a todas las personas”, a “traernos la solución final al problema mortal del pecado”, “a derramar su sangre y morir por nosotros, y a resucitar”, para “abrirnos la puerta a la vida eterna con él”.

“Vino a cumplir un servicio”

Jesús “vino a cumplir un ministerio, esto es un servicio, y fue Dios mismo sirviendo al hombre, a la mujer, a todos, y los que lo recibieron fueron bendecidos por su ministerio, y mientras permaneció aquí en la tierra, tuvo la plenitud del Espíritu Santo”, señaló el pastor Zebadías Escobar.

“Y los que lo recibieron entonces fueron testigos, y entre ellos los discípulos que fueron testigos oculares, testigos presenciales de su ministerio, y gracias a ellos nosotros tenemos los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, quienes se tomaron el trabajo de registrar, de entrevistar, de estar allí haciendo esa tarea de historiador, para que todo lo que Jesús hizo quedara registrado”, indicó Zebadías.

“El pecado tiene una muerte eterna”

En cuanto a la solución final del pecado, el pastor dijo que “fue una misión y un resultado glorioso de la venida de Jesús”, porque “el pecado como consecuencia tiene una muerte eterna, una condenación eterna, una vida de continuo, pero lejos de Dios, en la angustia de la separación de su lado para siempre”.

Además, resaltó que el pecado “es el generador de todos los otros problemas, relacionales, personales, y trae consecuencias en la relación con Dios”, y dijo que “es tremendo ver el efecto que tiene en nuestro interior, porque nos fragmenta y nos deforma”.

“No hay manera –puntualizó- de resolver el pecado, si no es a través de lo que Cristo vino a hacer, por medio de su nacimiento, su obra en el ministerio y, por supuesto, también en la cruz del calvario, porque no había otra solución, que derramar su sangre, como antídoto para el pecado”.

“Resucitó de entre los muertos como primicia”

“Sin lugar a dudas, Jesús vino a pagar el precio de un sacrificio perfecto de su sangre sin pecado, para que en la cruz del calvario Dios quede satisfecho en su ira, en su juicio y en su justicia. No había otra manera, otra forma, de que no fuera la sangre del mismo Dios, de Jesucristo, que se derramara en esa cruz”, aseguró el pastor.

“Pero también –resaltó- él vino a vencer al enemigo, Satanás, que tenía el dominio sobre la muerte en la tierra, y por eso  resucitó de entre los muertos, algo que nos toca a nosotros como herencia, que es recibir la resurrección”.

Zebadías enfatizó que “Cristo resucitó de entre los muertos como primicia, como el primero de los que murieron, porque así como la muerte vino por medio de un solo hombre, también por medio de un solo hombre vino la resurrección de entre los muertos”.

“Vencer al pecado para pasar la eternidad con Cristo”

Por último, “el cuarto aspecto de la gloriosa vida de Jesús, y que fue posible por su nacimiento, es que él nos abrió la puerta a la eternidad, a la vida eterna con él”.

“Al que salga vencedor –añadió- hablando de nosotros, Jesús le concederá el derecho de sentarse a su lado, en su trono, así como él ha vencido y se sentó al lado de su Padre en su trono”.

Pero también “debo estar consciente mientras viva en la tierra de que así como él venció, yo tengo también que vencer, porque hay una pelea, hay una batalla, la misma que peleó Jesús”.

“La Biblia -agregó- dice una y otra vez que él fue tentado en todo, porque como fue semejante a nosotros, en igualdad de condiciones, él tuvo una lucha contra el pecado y venció al pecado, por eso cuando él habla de que salió vencedor, es que nunca pecó”.

En tal sentido dijo que “vos y yo, en Cristo, tenemos que vencer también al pecado, por medio de vivir una vida en obediencia, buscando a Cristo, prendernos a él, llenos del Espíritu Santo, como él anduvo”.

“Tenemos que aprender –indicó-  a vivir en libertad sobre el pecado, aprender a evitar que se enseñoree sobre nosotros, porque si estamos en Cristo peca el que quiere, porque le abre la puerta al pecado”.