Emocionante testimonio de un policía que evitó que un joven se suicidara

Lucas Godoy conoció a Cristo el año pasado en la iglesia Feliz Encuentro. En su labor como profesional, experimentó una situación determinante con una persona que quería terminar con su vida. Sin límites por delante, apunta a crecer en conocimiento y servicio de múltiples maneras.

Por Isaías Esquenazi

Lucas Godoy, de 24 años, asiste cada sábado al Feliz Encuentro desde junio del año pasado, junto a su futura esposa, Vanesa González. Participa semanalmente de la célula de Tupac Valenzuela, que se realiza los lunes a las 21:30, en el barrio Cristo Rey, de Posadas.

Estudió y se formó en la Policía de Misiones, donde dedicó cuatro años de formación en escuela y dos años de servicio como oficial subayudante de la jerarquía. Dios respondió un pedido especial que había en su corazón, y desde allí Lucas dedica su tiempo a crecer en conocimiento de la Palabra, servir en la iglesia y utilizar su campo profesional para bendecir a otros.

“El año pasado estaba trabajando en Eldorado, y mi hermano Enzo, su esposa Melania y mi pareja Vanesa, me hablaban de la iglesia y de las cosas que allí hacían. En un principio no me atraía mucho, por el hecho de que crecí en una familia y colegio católico, donde todo era muy estructurado y no le daba importancia”, señaló Godoy en un diálogo con Diario Encuentro.

Lucas venía a Posadas a visitar a su familia una vez al mes, y es así como comenzó a asistir al Feliz Encuentro. “Me llevaron a un culto, un sábado si mal no recuerdo y fue tremendo. Fui un poco negado, no te voy a mentir, pero fui”, comentó entre risas. Y agregó: “Ese día sentí algo especial y que no era muy normal que me pasara. No entendía muy bien, pero era como un llamado, un escalofrío que recorría mi cuerpo”.

“En ese entonces era una persona muy fría, demostraba poco afecto y amor. Y desde ese momento, comencé a pedirle a Dios para volver cerca de casa y con mi familia”, manifestó Lucas.

Un antes y un después

Uno de esos días en el que Lucas culminaba su franco y debía volver a Eldorado, ocurrió un hecho que fue un antes y un después para su vida. “Mis papás me llevaron a la localidad, y al momento que me dejaron para emprender su regreso, sentí una angustia tremenda por el hecho de quedarme solo nuevamente. Le escribo a Vanesa para comentarle cómo me sentía, y ella me dijo: intentá orar. Me quebranté y empecé a hacerlo”, relató.

“Fue en ese momento donde empezó a sonar mi teléfono. Era un número desconocido y con característica de Posadas. Y sentí que tenía que contestar. Era una señora, Graciela, del Feliz Encuentro, que tenía mi contacto luego de que yo me presentara como nuevo en la iglesia días atrás. Comenzamos a charlar y le conté mi situación, y ella me dijo que se iba a contactar con alguien para recomendarme alguna iglesia de Eldorado para que pueda congregarme allá”, detalló Lucas.

“Le agradecí, terminó la llamada y todo eso lo sentí como una respuesta de Dios. Realmente fue un alivio porque me sentía muy emboscado y solo. Y al mes, salió mi traslado y vine a Posadas, cerca de mi familia nuevamente”, destacó Godoy. A partir de allí, pudo congregarse regularmente y en septiembre se bautizó. Ya para octubre, había participado de la experiencia Legendarios en Paraguay.

“Vi la respuesta de Dios en todo. Iba a la iglesia y le decía: Vengo a agradecerte porque vos hiciste tu obra”.

Su profesión como plataforma de bendición

En enero de este año, mientras cumplía sus funciones con los colegas de turno, Lucas recibió el aviso de que un joven de 22 años tenía intenciones de quitarse la vida en el arroyo Zaimán. Godoy se dirigió al lugar, y encontró al muchacho junto a su mamá sentados en el piso hablando. “Cuando me iba acercando al lugar, oraba y le pedía al Señor que me guíe y ponga palabras en mi boca para saber cómo manejar la situación”, afirmó Lucas. “No era una situación común y corriente, llevarlo detenido por tener esas intenciones no era la solución”, añadió.

La madre abrazaba al joven mientras él lloraba y hablaba a sus oídos. Lucas se acercó, lo tomó del hombro y le preguntó su nombre. La madre respondió: se llama Ismael. “En ese momento, el muchacho se dio vuelta y dijo: Yo no quiero hablar con vos, andate. Yo lo miro a la cara, me quedo fijo en el lugar y le repito nuevamente mis intenciones de hablar con él”, contó Lucas. El joven accedió y la madre se alejó unos metros del lugar para darles privacidad.

“Me arrodillé frente a él y empezamos a charlar sobre su vida. Me decía que quería descansar”, mencionó Lucas. “Le pregunté si conocía a Dios. Me dijo que sí, que mucho tiempo lo buscó cuando perdió a su padre, pero que no vio respuesta. Entonces en ese momento, aprovecho y le digo que tal vez esta era la respuesta que él estaba buscando”, contó.

Tras varios diálogos de ánimos y fortaleza, el joven abrió su corazón y confesó que había intentado ingresar a la Policía de Comando y no pudo. La presión de haber perdido a su padre, y no encontrar trabajo y apoyo para la familia económicamente, lo llevó a buscar una última solución a la dura temporada que vivía. 

“¿Vos queres ser de comando? Acá están los de Comando, son mis compañeros. Podes hablar con ellos y ver las posibilidades de entregar tus papeles nuevamente e intentar ingresar”, le dijo Lucas al joven. Y seguidamente sostuvo: “Si vos te animas, me gustaría que nos acompañes en el móvil y conozcas un poco de la policía y el establecimiento de Comando”. Luego de insistir en el pedido, el muchacho, ya en una actitud de calma, aceptó la invitación.

Cerca de las 2:30 de la madrugada, Lucas, Ismael y los colegas en función fueron a la Escuela de Policía que se encuentra en cercanías al barrio A 3-2 de Posadas. El joven recorrió las instalaciones, se entrevistó con el oficial de la escuela y recibió la indicación de “ponerse a entrenar y prepararse para el ingreso”. Luego conoció el establecimiento de Comando, la Comisaría y más sobre el ejercicio profesional de los policías. Posterior a su recorrido, Lucas y sus colegas llevaron a Ismael a su casa.

“Al bajar del móvil, él me dio un abrazo y me dijo “gracias”, y se fue. Eso fue tan reconfortante para mí, me di cuenta de lo que había hecho, de la compasión con la que lo había tratado”, resaltó Godoy.

Crecer en conocimiento y servicio

Lucas anhela continuar sirviendo a Dios, tanto en su campo laboral como en la iglesia. Días atrás, junto a Vanesa, con quien se comprometió hace unas semanas, recibieron la propuesta de reabrir la librería en los distintos servicios del Feliz Encuentro. “Este mes de marzo dimos inicio y por el momento estamos en todos los cultos del segundo fin de semana de cada mes”, explicó.

Además, asiste al Módulo 2 de Academia de Vida y a la célula anteriormente mencionada. “En junio voy a hacer lo posible para continuar con Legendarios, sería mi primera vez como servidor. Respecto a la iglesia en sí, quiero seguir sumando experiencias en nuevas maneras”, finalizó.