Gran parte de su historia se debe al trabajo en grupos pequeños y células. Participan activamente familias de los barrios Bicentenario, Sol de Misiones y Prosol. Su pastora es Angie Leguía, formada en el Feliz Encuentro y graduada del Instituto Bíblico Río de la Plata. Primeros pasos, principales desafíos, anhelos a futuro y más.
Por Isaías Esquenazi

Angie Leguía aceptó a Cristo como su Señor y Salvador en el 2000. Dos años después, comenzó a congregarse en el Feliz Encuentro, lugar al que caracteriza como “su casa y la de sus padres”. En el 2011 se graduó en el Instituto Bíblico Río de la Plata, en Buenos Aires. Su llamado a pastorear vidas siempre estuvo en práctica, primero con células y luego a través de la plantación de iglesias.
Actualmente, con 46 años, es la pastora de la Iglesia Alto Refugio en Itaembé Miní. Semana tras semana, acompaña y discipula alrededor de 40 personas, entre niños y adultos de los barrios Bicentenario, Sol de Misiones y Prosol. Los pastores Carlos y Cristel Sokoluk fueron dos pilares fundamentales al apoyar y sostener la visión y el llamado en su vida.
A continuación, la entrevista exclusiva de Diario Encuentro con Angie Leguía respecto a la iglesia, experiencias, desafíos y anhelos a futuro, entre otros detalles:
¿Cómo fueron los primeros pasos de Alto Refugio?
La Iglesia Alto Refugio es anexo del Feliz Encuentro. El trabajo en el barrio inició hace 8 años. Previo a los comienzos, en 2016, estaba a cargo de una célula de matrimonios en el barrio Bicentenario, y Valeria Silvero tenía una célula en esta zona a la cual me invitaba a que la acompañase en el trabajo con las mujeres.


Al ser ella misionera, debía y tenía la meta de plantar una iglesia para poder cumplir con su salida al campo. En cambio yo no, yo seguía abriendo células hasta que me instalé en esta zona con una visión más abierta sobre el discipulado. Y en ese entonces nos estaban ayudando Juan Carlos de Lima y Hugo López del Feliz Encuentro, que trabajaban fuertemente con evangelismo y campañas en distintas zonas de la ciudad. Y de ese modo surgió la idea de hacer una en la plaza central del barrio Sol de Misiones.
Con el entusiasmo del pastor Zebadías Escobar y el apoyo del pastor Carlos Silveira, presidente en ese entonces de la UAD a nivel región, instalamos la carpa en el barrio por 45 días. Teníamos que estar todos los días y tuvimos mucha ayuda de hombres y mujeres del Feliz Encuentro. Por la noche hacíamos un fogón y torta frita para los más chicos. Hubo mucha liberación para la gloria de Dios.


Así comenzamos a conocer a las familias de la zona y sus vivencias. La carga cada vez era mayor, y entonces ahí decidimos que este era el lugar indicado para plantar una iglesia.
¿Cómo continuó el trabajo luego de la carpa?
La gente esperaba el culto porque lo hacíamos todos los días. Así que nos empezamos a juntar en las plazas y a hacer visitas. Dios siempre nos cuidó y protegió, aun en momentos de altas horas de la noche y en zonas peligrosas que por ignorancia no conocíamos. Los trabajos en las casas eran en modo grupos pequeños y ruta, para aquellos que iniciaban el camino en el Señor. De todos modos las familias querían culto, entonces hablamos con una de ellas, que luego de bautizarse, decidieron abrir su casa para comenzar con los servicios.
Los espacios no eran muy amplios, por lo que luego tuvimos que empezar a hacer los servicios afuera del domicilio. Más adelante conseguimos un obrador, una casita de madera que nos prestaba la presidenta del barrio, y ahí realizamos la escuelita bíblica. Los niños siempre estuvieron, eran alrededor de 40 en ese entonces. Y las familias eran cerca de 30.


En ese lugar nos robaron varias veces, por lo que nos vimos obligados a buscar otro espacio y también a desafiarnos a crecer. Luego de dos o tres años allí, a finales de 2019 encontramos este lugar que más adelante quedaría fijo para el funcionamiento de la Iglesia Alto Refugio. La inmobiliaria nos pedía varios requisitos incluyendo el económico.
Llamamos al pastor y tras su aprobación, actuamos por fe y conseguimos todo.
¿Cuáles fueron los principales desafíos que se presentaron?
Recuerdo que al poco tiempo de instalarnos aquí, comenzó la pandemia. Tuvimos que dividir los cultos, y por el Covid-19 y también el cambio zonal de la iglesia, hubo bajas en la congregación. Además, luego de la pandemia la gente quedó cómoda con los servicios en vivo, y tampoco no querían venir. Eso fue un verdadero desafío a tratar.
Por otro lado, en ese tiempo a Valeria se le empezaron a abrir las puertas para su viaje. Y yo entré en crisis porque las dos estábamos pastoreando la iglesia, en su mayoría a niños y adolescentes que son el fuerte. De a poco Valeria fue disminuyendo su compromiso en Alto Refugio porque debía visitar las iglesias para compartir su proyecto misionero e iniciar sus trámites. Todo eso ocurrió en 2021 y fue una prueba piloto para mí.


Además, por unos meses tuvimos que dejar el alquiler y continuar con las actividades en la plaza y en la casa de dos hermanas de la iglesia. Nos íbamos turnando para tener un lugar pero a muchos les costaba tener una iglesia itinerante. Entonces volvimos a entrar en diálogo con el dueño del lugar y fue ahí cuando nos ofreció el espacio sin mayores requisitos. Era un monto accesible y que incluía los servicios de luz y agua. Aceptamos y desde ahí que estamos en este lugar.
¿Cómo se dio el trato con las familias de la zona?
Para muchas de las familias del barrio fuimos como referentes, hasta en situaciones de necesidad, vulnerabilidad o violencia. Además de cumplir una función espiritual, representábamos otra figura de asistencia para ellos.
Recuerdo que una vez tuve que intervenir por una mujer que estaba sufriendo violencia doméstica con su ex esposo, y tuve que dar declaración testimonial a su favor en la comisaría. Ella aceptó al Señor en su corazón, su vida fue transformada y fue en su casa donde continuaron los cultos post carpa.

¿En qué etapa se encuentra la iglesia actualmente?
Hoy en día somos cerca de 40 personas en actividad constante, entre niños y adultos, sin contar otras 20 que están siendo visitadas para comenzar el discipulado. Estamos orando para que todos los dones se desarrollen y se manifiesten, y así el cuerpo de Cristo camine y no se estanque. Hay crecimiento por medio de las capacitaciones y la acción a través del discipulado.


Respecto a las actividades, tenemos ayuno y oración los martes a las 19, Escuela Bíblica de Adultos los miércoles y jueves a las 19:30, clases de instrumentos para niños y adultos los jueves desde las 17:30, y Escuela Bíblica de Niños los sábados a las 10. El culto general son los domingos a las 9:30.
¿Qué anhelos hay en tu corazón para este 2025?
Primeramente que se levanten líderes comprometidos a trabajar con los adolescentes y jóvenes. Por otro lado, también anhelamos que se levanten hombres para el liderazgo. Y otra de nuestras oraciones es que la iglesia Alto Refugio encuentre un establecimiento propio.