La congregación del Feliz Encuentro reflexionó sobre el anteúltimo mandamiento que Éxodo 20 expone. Aquí un repaso de lo más importante de la prédica.
Como continuación del estudio y análisis de los 10 Mandamientos, este último fin de semana en el Feliz Encuentro, se hizo hincapié en el noveno mandato que Dios compartió a Moisés. Descrito en Éxodo 20:16, la escritura menciona: “No des falso testimonio contra tu prójimo”. A continuación, un repaso de los puntos más importantes de la prédica compartida a toda la congregación.

Partiendo de la idea de que el testimonio siempre lo da un testigo, es decir alguien que observa o adquiere un conocimiento real de algo, la pregunta contextual fue: ¿Cuál era el valor de un testigo en los tiempos bíblicos?
Desde los tiempos de Moisés hasta Jesús, los registros indican que los testigos eran un elemento definitorio para condenar o absolver a alguien en un juicio. El mismo Jesús fue juzgado por un concilio de ancianos y sacerdotes y condenado a muerte por falsos testigos.
“Los principales sacerdotes, y los ancianos y todo el concilio, buscaban algún falso testimonio contra Jesús, para condenarlo a muerte; pero no lo hallaron, aunque se presentaron muchos testigos falsos. Finalmente, llegaron dos testigos falsos y dijeron: «Éste dijo: “Puedo derribar el templo de Dios, y reedificarlo en tres días.”» Mateo 26:59
Ahora bien, en la actualidad, el valor de un testigo recae al estar involucrado como oyente o asistente de un accidente o hecho delictivo. Pero al margen de esta posibilidad, este noveno mandamiento se refiere a cómo hablamos de otras personas en lo cotidiano.

En esta era, en la era de las Fake News, es sencillo inventar males y viralizarlos. Es común escuchar declaraciones supuestamente reales sobre una persona, pero basadas en rumores o interpretaciones personales que no aseguran su veridicción al 100%. Las redes sociales convierten a las personas en más audaces y la sociedad se vuelve un campo de batalla, normalizando dar falso testimonio de otro.
El noveno mandamiento nos impulsa a cuidar nuestras palabras y, por consecuencia, cuidar también nuestro corazón. Los principales puntos de la prédica:
- Nuestra forma de hablar revela lo que hay en nuestro corazón
El dicho popular dice que: ¨Lo que Juan dice de Pedro, habla más de Juan que de Pedro¨. Jesús plantea algo similar con el principio divino de que: “De la abundancia del corazón habla la boca” Lucas 6:45
En otra parte de la Biblia, se menciona:
“Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar no contamina al hombre” Mateo 15:18-20
Aquí entran en juego las calumnias, es decir acusaciones falsas o maliciosas sobre un supuesto delito de una persona; y las injurias, el acto de lesionar la dignidad, estima y honra de una persona. Por ello, el mandato de Éxodo 20:16 busca evitar que la dignidad de una persona sea manchada injustamente.
- ¿Cómo puedo practicar este mandamiento? Las principales recomendaciones son:
-Nunca difundir algo como veraz y cierto, sin confirmarlo o haberlo visto con tus propios ojos.
-No repetir cosas de las que no fui testigo.
-No participar de conversaciones donde se habla mal de otras personas que no están presentes.
-Evitar ser el juez luego de ver acciones incorrectas, ya que la situación puede ser analizada desde una interpretación errónea.
Basado en la Palabra, la mejor manera de resolver una situación de este tipo, es hablándolo personalmente o con personas capacitadas que puedan brindar una solución.
“Para los puros todo es puro, pero para los corruptos e incrédulos no hay nada puro. Al contrario, tienen corrompidas la mente y la conciencia” Tito 1:15
“Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio” Filipenses 4:8
- Para vivir y crecer en el Reino de Dios es necesario consagrar nuestras palabras.
El profeta Isaías, al estar expuesto ante la gloria de Dios, reconoce sus “labios inmundos” y falta de santidad, sumado a que vive en un entorno de similares condiciones.
“Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos. Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; 7 y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado” Isaías 6:5-6
El Dios bueno y fiel que conocemos, finalmente santifica sus labios, quitando toda culpa y limpiando todo pecado. Necesitamos que el Padre haga esa obra en nuestros labios e interior.
En conclusión, esta palabra invita a tomarnos un tiempo de introspección. Si hemos dañado la dignidad de otras personas, lo correcto es acercarnos y pedir perdón. Si hemos cuidado nuestras palabras y conversaciones en esta temporada de nuestras vidas, el camino es continuar consagrando nuestra boca como canal de bendición.